mayo 22, 2025

MI FE NO ENVEJECE

He vivido muchas lunas,

he visto marcharse y volver estaciones,

pero hay una llama que no se apaga:

mi fe.

No tiene la voz joven de antes,

pero canta más hondo.

Ya no corre con urgencia,

pero se sienta conmigo y me abraza.

Mi fe no necesita pruebas.

Le basta el silencio,

la brisa que entra por la ventana

cuando rezo despacio,

cuando digo “gracias” sin palabras.

No envejece,

porque está hecha de eternidad,

de manos juntas,

de miradas al cielo

cuando el suelo no alcanza.

Mi fe camina conmigo,

con bastón o sin él.

Me sostiene los días nublados

y me susurra que todo tiene sentido

si hay amor y luz en el corazón.

Isabel Poyato

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *