EMOCIONES REPRIMIDAS

En mi pecho, hay un suspiro atrapado que no encuentra salida.

Siento el peso de mis lágrimas calladas,

y me pregunto por qué no puedo llorar en está herida.

Quizá sea el miedo a lo desconocido,

a enfrentarme a la vulnerabilidad del llanto,

temo sumergirme en mis propias lágrimas,

y descubrir un abismo que parezca espanto.

Tal vez sea la fortaleza enmascarada,

que al oído me susurra que debo resistir,

pero en el fondo se que es un engaño,

una ilusión…

Acumulo un peso inmenso en mi ser,

una carga que se vuelve opresiva…

entonces me entrego a la corriente,

a esa cascada de emociones reprimidas,

y permito que las lágrimas broten sin freno,

hasta encontrar la paz perdida.

Así que, si no puedo llorar en este momento,

me permito buscar la causa en mi interior,

y recordar que el llanto no es un tormento,

sino una puerta hacia mi propio esplendor.

Dejaré que mis lágrimas se desplieguen

como gotas de lluvia en un cielo en calma,

porque al fin y al cabo, al llorar comprendo,

que solo en mi fragilidad, mi alma encuentra la calma.