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El cuerpo calla, el alma escucha
A veces el cuerpo esconde misterios en sus rincones, pequeños silencios que no duelen, que no pesan. Hallazgos del azar, como suspiros sin voz.
Pero el alma, que ha aprendido a leer entre líneas, no se asusta; abraza la calma, y sigue caminando con la frente en alto y los pies desnudos sobre la vida.
Porque no todo lo que se encuentra debe ser temido. A veces, lo que se encuentra es solo una señal de que estamos vivos. Atentos. Fuertes.
El cuerpo guarda, pero el alma decide cuando preocuparse y cuándo simplemente agradecer.