Me fui quedando en tus labios
como una lágrima que no cae,
como un suspiro olvidado
entre palabras que ya no recuerdas.
Te quise hasta desbordarme,
hasta partirme el alma en tus silencios,
y ahora camino vacía,
con tus promesas rotas en los bolsillos.
¿Dónde quedó la risa que inventamos?
¿Dónde el latido que me nombraba?
Hoy solo encuentro eco,
y sombras que no saben de mí.
Te amé en los bordes del abismo,
con la fe ciega del que no sabe caer,
y caí —sin alas, sin tú, sin mí—
en un lugar donde ya no me nombras.