noviembre 16, 2022

CAE LA NOCHE


 

Cae la tarde, y los últimos celajes de nubes grises y rojas se deshilan,

como abriendo paso para que la noche no tenga obstáculos al llegar.

Para mi es el mejor momento del día,

porque es antesala y promesa del descanso de las emociones,

esas que me provocaron las maldades del mundo y sus actitudes.

Son esos instantes previos a la noche en que cuerpo y mente

se relajan y se entrega el Ser a la calma y la paz,

porque en esos efímeros instantes del día

es cuando se entrega el alma,

cansada ya del batallar diario. 

Es la hora en la que, 

como dice el clásico tango de Gardel,

“el músculo duerme y la ambición descansa”.

Es una sumisión a la inercia…

es como una entrega incondicional de todas mis células.

Y, mientras el crepúsculo sigue avanzando,

hasta llegar al ocaso del día,

defendiendo su última luz diurna,

que tiñe el paisaje de colores ocres,

luchando por no extinguirse,

una voz interior, a veces estruendosa a veces muda,

parece que me recrimina las malas actitudes que tuve durante el día,

o que me recompensa con una caricia al alma,

por las buenas que tuve, 

y me apremia, en medio del sopor del lánguido atardecer,

con una sensación que acariciante y lánguida,

como agradeciéndome las bondades que también repartí generosamente…

esas que tuve hacia mis semejantes…

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