Fui tu maestra
en la escuela del amor,
tú mi alumno me robaste
toda mi ilusión.
Si alguna vez vienes a verme
ya no será igual,
tendré arrugas en la frente,
vieja me encontrarás.
Entonces…entonces…
te contaré mil cuentos
de mi cruda realidad.
La soledad me abraza de día,
de noche no me quiere soltar,
de mis ojos brotan lágrimas
que me ahogan sin piedad.
Aquel beso en la escalera,
aquellas miradas cómplices,
y las caricias de tus manos,
me tuvieron atrapada
en una bella encrucijada.
Mi alma está arañada,
sangrante, sin esperanza.
Me culpé, lloré,
pero aprendí…
Aprendí a no dar el corazón
para que nadie robe mi ilusión.
La desilusión es triste… muy triste.
Ruego al negro cielo
que me aleje de la conciencia,
porque ahora me doy cuenta
que odio la realidad.