abril 6, 2022

EL TEMPORAL

Los cristales de la ventana vibraban empujados por la fuerza de un viento inclemente.

Las graciosas veletas, encima de los techos de rojas tejas, giraban enloquecidas de un lado a otro, como poseídas por una rabia incontrolada.

El cielo, inundado de feos nubarrones negros, temor y desasosiego causaban a la vista.

El frío viento del norte que rebelde se colaba por entre las rendijas de los cierres de las ventanas, mantenían gélidas las manos y los pies… y hasta el alma.

De repente, una luz violenta e incontenible irrumpió a través de las cortinas del dormitorio, como salida de los negros celajes del cielo y con un zigzag cegador, atravesó la suave tela iluminando, con su luz fantasmal, su humilde dormitorio.

A los pocos instantes, un ensordecedor sonido que hacía estremecer de pavor, golpeó sus oídos. El sonido del trueno parecía como si restallaran a la vez un millón de látigos, cuyo eco lúgubre retumbaba en los valles y montes cercanos.

Se acordó de Santa Barbara Bendita, y le musitó una tenue oración.

… y aquella mujer, en su cama, sola y tapada con mantas no sentía calor…su alma estaba desnuda y helada. Ante aquella violencia desatada de la Naturaleza se despojó de todo el dolor que llevaba dentro por la ausencia de un amor.

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