¿Sabes Glorioso San Antón que en la Iglesia hay esencia a mil perfumes y su fragancia entusiasma a los que allí acuden?
A la Iglesia en luz envuelves con tus ojos misteriosos que aparentan no saber nada cuando ellos lo saben todo.
Grata y dulce es tu novena, y cuando a veces los pensamientos los invade alguna pena, tu presencia la sentimos con faz clara y serena.
Nos haces brotar la sonrisa con un poder que nos abrasa, se humedecen nuestros ojos, se cruzan nuestras miradas y sentimos renacer dichas no imaginadas.
Brisa nocturna, Luz Divina de Arquillos ni con el alba se apaga. Errante por el mundo comenzaste a remontar y abriéndose una puerta de oro en el Cielo fuiste a entrar.
Ardiente sentimiento del alma que a Ti nos lleva y arrastra, cuando en hombros desde el templo rodeado de tus hermanos con redobles de campanas en procesión te llevamos.
La música resuena en nuestros oídos, olor a cera e incienso, y tus fieles con un amén terminan así sus rezos.
Contemplarte en la plaza es un emblema de amor, te alzamos para verte, nos llenas el corazón y muchas voces que gritan ¡Viva San Antón!