marzo 29, 2021

DECLARACIÓN DE AMOR

Dedicada a mi marido.

.Querido Francisco
He pensado mucho en nosotros, y creo que es lo mejor para los dos expresarte mis sentimientos, y así poder saber lo que ti sientes por mí.
Anoche, tras oír los latidos de mi corazón, una fuerza sensitiva me llevaba hacia la estrella más alta que hay en el cielo.
Allí, un rayo de luz transformó mis dudas en esperanzas, y, por un momento han devuelto la calma a mi corazón, llenándolo de una felicidad tal que voy a ser capaz de expresar, en este escrito, lo que siento por ti.
¡Ay, otra vez, mi corazón tiembla de ansiedad! Nadie sabe cómo sufro.
Francisco, eres el hombre más deseado por mí. Eres el único que ha llevado calor e ilusión a mi vida. Tú acaparas mis sentimientos. Para todo pienso en ti.
Nuestras últimas salidas diarias nos han permitido conocer bien nuestro carácter, y me he dado cuenta que podrías ser el hombre de mi vida. Te he visto reír por las mismas cosas que me hacían reír a mí; has admirado lo que en mí produce admiración y, en todos tus actos, he comprobado una bondad que hoy día muchas personas no poseen.
¿Te acuerdas de aquellos momentos mágicos en tu jardín, al quedarnos solos una noche?
Con la maravillosa intuición que posees adivinaste mis intenciones en aquel gesto. Lo descubrí en tu sonrisa. Algo nos estaba pasando y estaba decidida a decirte que te quería, que a todas horas pensaba en ti, que eras el espejo de mi mirar.
¿Sabes?, desde el día que tuve la suerte de conocerte no ha habido ni un segundo que no haya consagrado a ti.
Mi vida estaba vacía, fría, desolada y huérfana de amor. Para nada me sirve sin ti. Por eso, cada segundo, una extraña emoción se apodera de todo mi ser, y tu recuerdo no se aparta de mi mente ni un solo instante. Tú me has enseñado a amar.
Estoy embriagada de ese exquisito perfume que destila tu cuerpo, y no quiero sosiego que me lo haga olvidar sino, respirar en medio de ese aura que vaga lleno de los sencillos olores de esas bellas flores que hay en tu jardín.
Mientras escribo, puedo contemplar como la luna brilla radiante frente a mi ventana. Me pregunto si tú la estarás contemplando ahora. Pienso si junto a la luna, verás la estrella que me llevaba al cielo.
Yo te veo a ti, veo tus ojos, tu boca, tus labios, tu sonrisa, y hasta puedo notar la suavidad de tu piel.
¿Para qué guardar silencio? Al mundo quiero gritar mi secreto a viva voz: ¡A ti, dulce Francisco, quiero darte todo mi amor!
Te adoro con toda mi alma.
Si Dios me hizo quererte, tiene que hacer que estés a mi lado.

No sabes el noble amor que me inspiras. ¡Eres maravilloso!
No te lo dije en el jardín por no sufrir un desengaño. Ahora, entre duda, sufrimiento y esperanza me debato.
Busco la paz perdida de mi corazón desde aquel instante; busco la luz poética de la luna que anoche contemplábamos. Allí te hubiera declarado todo mi amor. Tal vez mis palabras hubieran sido más afortunadas que mi escritura. Siento mucho no haberlo hecho porque quizás a estas horas no sentiría el tormento e incertidumbre que me angustia.
Te pido que, si no me amas, tengas la bondad de decirme qué tengo que hacer para vivir sin ti, porque siento ganas de salir corriendo allí donde estás, preguntarte, mirarte, sentirte y terminar así con el suplicio de esta duda.
¿Corresponderás a este gran amor?
Te suplico que me lo digas cuanto antes. Sé que serás sincero en tu decisión, porque eres el hombre más bueno del mundo, y no creo que prolongues mis sufrimientos.
Si tu respuesta fuera la que deseo, lloraré serena y cruzaré las calles corriendo para estar contigo de inmediato.
Tu amor me daría ánimos para todo.
De lo contrario, la vida no tendrá el mínimo aliciente para mí, porque no la quiero si no vivo contigo.
Te hablo humilde y sincera, con palabras que salen de mi corazón.
Dios quiera que hagas posible el sueño de mi vida, y te pueda hacer partícipe de los planes que, en los momentos de optimismo, me forjo.
Pensar en tu amor es lo mejor de todo, aunque sé que cuando reciba tus noticias puedo ser la mujer más desdichada o la más feliz de la Tierra.
Si nuestros corazones latiesen el uno junto al otro, nada tendría que temer. Si estuvieras a mi lado no experimentaría este tormento, porque habría un tesoro del cual yo sería su única dueña.
Yo mimaría tu amor para amarte más y mejor.
Amar es dar sin recibir, pero yo necesito vivir para ti, y que tú vivas para mí. Mientras espero, me refugiaré en la paz de la naturaleza, para así poder sentir la paz en mi alma.
¡Cómo anhelo saber pronto de ti! No sufras ni desconfíes, haré infinitas mis promesas de amor. Seré tu ángel de la guarda y jamás nadie te querrá como te quiero yo.
Quiero cerrar mis ojos para así gozar de la inmensa dicha de amarte.
Mis pensamientos y mis ilusiones están puestos en ti. Quiero hacerme merecedora de esta inmensa felicidad.
Deseo que esto no sea un sueño que maltrate mi corazón. Que la penumbra no cubra con su manto la noche, que haya un corazón que me diga que es tan bonito amar como ser amado.

Que llegue ese día luminoso en que nuestros ojos se miren, nuestros cuerpos se sientan, ¡que suene un beso! Porque, ¿para qué quiero mis labios si no te puedo besar?
A veces me pregunto: Si los suspiros son aire y van al aire, si las lágrimas son agua y van al mar, nuestros cuerpos fundidos, ¿adónde irán?
Porque podrá no salir el sol, podrá no salir la luna, pero, jamás en mí se apagará la llama de este amor.
¿Qué sientes, qué sientes tú por mí? ¿Estarás enamorado?
Mi corazón presiente confuso queriendo sumergirse en amoroso sueño. Mientras, el aire ondula la cortina de mi ventana y, en el silencio de la noche canta un ruiseñor.
Te adoro. Te adoro. Abro los ojos con mi mirada abstraída queriéndote ver. Me inclino para verte, pero…no estás.
Abro la puerta. Salgo a la calle. Me voy a pasear. Paso por tu casa y sé que estas dormido. ¿Con quién soñarás?
Soy cobarde, ya te lo he dicho. Prefiero esperar. Quizás estés soñando conmigo.
Este pensamiento envuelve mi alma.
¡Qué pasión tan amorosa ha conmovido mi cuerpo! ¿Qué fuerza de amor provoca en mí este temblor?
Por eso sé que no habrá otra mujer que te ame más y mejor que yo.
Si la hubiera, me iría al morir la tarde tras la puesta de sol.
No quiero que te conviertas para mí en un recuerdo, porque mi risa sería llanto, y mi sufrimiento pesadilla.
No quiero partir en el olvido, porque tengo mis manos llenas de caricias para ti, porque tengo una vida llena de amor que regalarte.
Porque haré desaparecer las nubes cuando salgas a la calle, y haré brillar el sol para ti.
Juntos cantaremos, y yo tendré la estrella más bonita que hay en el cielo.
Mi vida, mi amor, ¿qué no haría yo por ti? Si eres el poema que siempre quise escribir.
Por todo esto te digo que en la aguas de mayo, y en las lluvias de abril, mi amor para siempre, manará junto a ti.

Isabel Poyato Chacón.

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