Entre sombras y suspiros
la noche despliega su fuego;
una luz febril roza tu piel,
y el deseo, como un ruego,
arde voraz en mi ser.
Tus dedos, hambre y delirio,
exploran el borde de mi intención,
y en el abismo del silencio
prenden llamas de pasión.
Tus labios, promesa encendida,
dibujan senderos de ardor,
y piel y alma, rendidas,
se entregan sin temor.
No hay tregua, sólo ansias,
donde el tiempo se disuelve.
Entre jadeos callados,
el mundo pierde su voz,
y en cuerpos entrelazados
somos uno, tú y yo.
Allí donde se cruzan tu alma y la mía
nace el infinito.
Isabel Poyato