Un día soleado, Daniel, su abuela Mimau y su perrito Benji decidieron pasar el día en la playa. Daniel estaba muy emocionado de poder jugar en la arena y ver las olas del mar. Mimau llevó una sombrilla y algunas bebidas frescas, mientras que Benji llevaba su pelota favorita y su bozal.

Cuando llegaron a la playa, Mimau sacó un juego de petanca y comenzaron a jugar. Benji corría detrás de la pelota y trataba de atraparla mientras Daniel y Mimau jugaban. A medida que el sol comenzaba a ponerse, Mimau sacó algunos bocadillos y bebidas frescas para que todos pudieran disfrutar mientras miraban el atardecer.

Mientras comían, Mimau contó a Daniel historias sobre cuando era joven y solía venir a la playa con sus amigos. Daniel estaba fascinado y le hizo muchas preguntas sobre su juventud. Benji, mientras tanto, estaba feliz de recibir algunos restos de la comida de Mimau.

Cuando terminaron de comer, Mimau y Daniel volvieron a jugar a la petanca mientras Benji corría por la playa y exploraba. Finalmente, cuando el sol se puso por completo, Mimau y Daniel recogieron todas sus cosas y se prepararon para irse a casa. Benji, con su pelota en la boca, los siguió mientras caminaban hacia el coche, con una sonrisa en su rostro cansado pero feliz.

Todos se subieron al coche y se dirigieron a casa, agradecidos por haber pasado un día tan agradable en la playa juntos.